JAVIER MILEI, NUEVO PRESIDENTE ARGENTINO
Hace algunos días escuché un enardecido discurso del presidente electo de la Argentina, Javier Milei, en el que repetía el slogan: “Se acabó la joda!” (Acabou-se a farra!). Interpretemos las fuertes palabras del nuevo Presidente como una advertencia a los que siempre se beneficiaron con el pésimo estado de la economía platina: los sindicatos de patrones y trabajadores amigos del peronismo, así como el colegiado de los políticos tradicionales, que siempre han lucrado con la infelicidad ajena de la mayoría de los argentinos, por cuenta del excesivo gasto público y de su corolario, la inflación sin control. “Se les acabó la farra!” anunció desde la tribuna ese joven descabellado que incomoda al stablishment y que le ha producido urticaria a Lula e a la izquierda brasileña, siempre tan amigos de los Kirschner y de sus pupilos presupuestívoros como Alberto Fernández.
Porque lo que hay de común entre Lula y los peronistas es muy simple: todos ellos se han instalado comodamente como dueños del presupuesto y gastan sin medida en beneficio proprio y de sus allegados. Es el mal que afecta también a otro gran país latinoamericano, México, que según el estudioso Gabriel Zaid (1934-), fenece por obra y gracia del dominio sindical sobre la máquina del Estado, que se ha convertido en la gallina de los huevos de oro de los que no trabajan y viven del sindicalismo. Ese estado de cosas produjo en México el fenómeno del “ogro filantrópico”, identificado por el Nobel de literatura Octavio Paz (1914-1998) como aquel Estado gigante pintado por el genial Goya (1746-1828), más grande que cualquiera que se le atraviese y que distribuye benefícios entre sus devotos y les da coscorrones a los que de él divirjan.
Milei revive la tradición liberal que inspiró a los doctrinarios argentinos de la segunda mitad del siglo XIX, entre los que se destaca Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), que defendió la libertad contra el Estado más fuerte que la sociedad, habiendo elaborado un modelo de República democrática, al frente de la cual se eligió él como Presidente de la República para el período 1868-1874 y que abrigó a toda una generación de intelectuales, entre los que se destacó el jurista Juan Bautista Alberdi (1810-1884), siguiendo un modelo de democracia republicana, que se asemeja al defendido por Tocqueville (1805-1859) al final de su vida. Los ideales liberales para una Argentina civilizada y libre, los dejó consignados Sarmiento em su obra clásica titulada: Facundo, civilización y barbarie en la pampa argentina (1845).
Para Sarmiento, la proximidad entre los Estados Unidos y la Argentina era de capital importancia, a fin de fortalecer la vida democrática republicana en su país. Fomentó desde el poder la inmigración de norteamericanos, cuya presencia en territorio argentino él valorizaba, porque con sus prácticas democráticas fortalecerían las instituciones liberales. Consideraba Sarmiento que el modelo estadunidense de educación para niños y jóvenes podría servir de inspiración a los planes de renovación de la educación básica y fundamental en su país. Por su simpatía con las instituciones pedagógicas norteamericanas, la Universidad de Michigan agració a Sarmiento con el título de Doctor Honoris Causa.
Espero que la semilla liberal plantada por Milei en su país y que tiene tradición en el suelo argentino, como acaba de ser ilustrado, se desarrolle plenamente, a fin de que nuestro vecino de la Pampa encuentre los rumbos de libertad y progreso que otrora inspiraron a la República Argentina, habiéndola tornado, a comienzos del siglo XX, una potencia que se destacaba a nivel mundial, por su pujanza económica y sus instituciones democráticas.